sábado, 4 de mayo de 2024

 

Una Aventura en Hawaii 

 


En el verano de 1969 yo fui a la isla de Oahu en Hawaii para conducir un taxi. Todavía tenía un año para graduarme de la universidad y esto me parecía una  manera romántica de pasar mi vacación y ganar un poco de dinero. Yo había leído el libro de Hawaii por James Michener y encontré la oportunidad de visitar las islas irresistible. 

Mi amigo Dannie Jaich se graduó el año anterior y había ido a la ciudad de Honolulu en busca de empleo como maestro. Por alguna razón él no tuvo éxito en eso y él acabó siendo taxista. Dannie me invitó a unirme a él y me prometió guiarme en el proceso en cualificación de ser también taxista. Entonces, con mi vuelo de ida pagado, y $50 en mi cartera, volé allá. 

Dannie vivía en una casa alquilada deteriorada en el centro de Honolulu en la calle Liliuokalani, no muy lejos de la famosa playa Waikiki. Oahu entonces era exactamente como Ud. tal vez imaginaría; colorido, caluroso, húmedo y cubierto de palmeras y plantas tropicales. Había un mixto exótico de grupos étnicos; hombres de negocios descendidos de trabajadores japoneses contratados, “Guerreros Primos” polinesios (apodados por la cerveza local), soldados americanos de permiso de la guerra en Vietnam, secretarias continentales de color blanco lirio que buscaban romance, “Portugees” de raza mixta, guapos instructores de surf “hawaiano” y algunos jóvenes universitarios buscando aventuras.

Dannie pronto me puso a estudiar un mapa de la ciudad de Honolulu, porque para obtener una licencia de taxista había que pasar un examen basado en su conocimiento de las calles, reglas y regulaciones pertinentes. Una parte del examen que recuerdo ahora es que le dieron verbalmente una situación hipotética en la que Ud. encontraría una persona enferma en un sitio especifico y tenía que decirle al oficial como la llevaría a un hospital por la ruta más expediente.


                                            Playa Waikiki y Diamond Head 

El examen no fue fácil, sobre todo si Ud. considerase que todas las calles tenían nombres hawaianos que yo no podía pronunciar ni distinguir una de la otra

Nuestros vehículos fueron alquilados de un tipo que nos cobraba $15 por día. Trabajamos desde el hotel Ilakai que estaba ubicado al último punto al noroeste del área turística de Honolulu. Teníamos que esperar en un aparcamiento externo hasta que se necesitó otro vehículo para llenar un espacio en los 3 o 4 taxis que esperaban directamente fuera del hotel. Un viaje bueno para nosotros, cuando podíamos ganar unos dólares, era un patrón que quería ir al aeropuerto, pero demasiado a menudo, después de esperar horas, conseguíamos un cliente que solo quería ir al Market Place en Waikiki, una tarifa de dos dolores. Como el verano era la temporada baja del turismo, muchos días teníamos que trabajar ocho horas para hacernos bastante fondos para pagar del uso del coche. Después tendríamos que conseguir el dinero para comprar gasolina y si, comida. En muchos modos, este fue uno de los trabajos más duros que he hecho.

Como mencioné anteriormente, muchas de las calles tenían nombres hawaianos y era difícil de distinguir entre ellas. Yo muy a menudo tenía problemas en encontrar las destinaciones pedidas por mis pasajeros. Un recuerdo que todavía me molesta es cuando recogí a un hombre de negocio del hotel Ilakai que obviamente tenía mucha prisa. Él me dijo que tenía una cita en pocos minutos en un hotel que yo solo conocía de nombre, no la ubicación exacta, pero yo tenía confianza de que lo podría encontrar. Después de dar vueltas por demasiado tiempo, con el pasajero en la silla trasera más agitado cada minuto, finalmente lo llevé a donde encontré estacionado otro taxi y le admití que no podía encontrar su hotel. La expresión en su cara todavía me persigue.

Una noche que recuerdo bien fue cuando el dueño de los vehículos nos llevó a Dannie y a mí, así como algunos otros de sus choferes, por tragos y un desayuno de madrugada en Waikiki (mis primeras Huevos Benedictos). Nos pusimos muy borrachos y el dueño acabó en corriendo su auto a 120 millas por hora (mientras escribo esto, 120 MPH me parece imposible, pero así es como lo recuerdo) por la vía principal del turismo con un auto lleno de pasajeros que rápidamente se estaban recuperando a la sobriedad.

Algunas veces yo tenía mucha hambre. Me acuerdo de una vez en un restaurante de bufete todo-lo-que-puede-comer cuando me llené mi bolsillo con huevos revueltos para consumir más tarde. Eso no tiene sentido ahora, porque seguramente había otras comidas más portables, pero eso es lo que hice. Y, también, me acuerdo de haberlos comido más tarde.

Dannie, quien era más atrevido que la mayoría, proponía un tour personalizado de la isla de Oahu a muchos de sus pasajeros. Por una tarifa fija, él los llevaba al Northshore y de regreso, mostrándoles todos los sitios turísticos y nombrando la flora y la fauna que encontraban.


                                        Surfistas-North Shore, Oahu, Hawaii

Por supuesto Dannie no sabía esos nombres verdaderos más que yo, pero él simplemente inventaba nombres como “Árbol de Monos” o “Aves de la Isla Azul”. Él me animó a ofrecer excursiones similares a mis pasajeros también, pero dudé en hacerlo, porque no solo no sabía los nombres de las flores, sino que tampoco conocía las localidades turísticas.

De todos modos, yo sí lo propuse a una pareja y cuando ellos no lo aceptaron en seguida, yo me sentí liberado. Ellos dijeron, sin embargo, que lo pensaría por un rato y me pidieron un número de teléfono donde me podrían encontrar (acuérdense que 1969 fue mucho antes de los teléfonos celulares). Para mi consternación, unos días después me llamaron para aceptar. No me acuerdo mucho del viaje, sino lo incomodo que yo estaba. Fingí toda la excursión y sé que llegamos al lado norte de Oahu y quizás vimos algunos sitios turísticos y tal vez nombré unos pájaros y árboles. Nada de ese viaje es claro ahora, pero sé que me dieron la tarifa y una propina y creo que parecían satisfechos. No me atreví a hacerlo otra vez. 

Otros recuerdos que perduran son:

-Esto fue el año en que Neil Armstrong fue la primera persona en caminar en la luna. Fue un evento grande en Hawaii, como la capsula de vuelta fue recogido en las aguas justo frente a la playa. Los astronautas triunfantes llegaron a Honolulu para ser saludados por una multitud entusiasmada. Yo no los vi personalmente, sino vi el aterrizaje en un televisor en blanco y negro parpadeante en el dormitorio de Carlyn Hanson, una estudiante de la Universidad de Hawaii con la que estaba saliendo en ese momento.

-George Peña era un amigo mío y de Dannie de la escuela secundaria. Él había firmado un contrato con la organización de béisbol, Los Angeles Àngels y estaba con su equipo  triple A, basado, creo, en Palm Springs, California. Su equipo vino a jugar contra la franquicia Hawaiana y nosotros por supuesto fuimos a verlo. No recuerdo mucho del juego con la excepción de mi introducción a saimen, que me gustaba mucho. Esta es una comida típica de los partidos de béisbol en Hawaii y es similar a los fideos ramen.

-Recuerdo que deje a un cliente de mi taxi en una casa donde tenían prendido el televisor que estaba emitiendo el partido entre los Todos Estrellas de Football Colegios de ese año y Los Jets de Nuevo York, campeones del Super Bowl de 1969. Solo vi un momento del juego, pero Joe Namath y los profesionales ganaron 26-24.

-También recuerdo cortar el pelo de Sam Rosseli, la primera y última vez que he hecho tal cosa. Sam era otro amigo del colegio que había venido a las islas para ser taxista ese verano. Sam era un tipo tranquilo quien había salido con la modelo Cheryl Tiggs antes de que ella llegara a ser famosa.

-Me acuerdo de que los pasajeros negros siempre eran los más conscientes para dar propinas.

-Los lugareños, taxistas profesionales viviendo allí todo el año, nos resentían a nosotros “haoles” quienes vinieron del continente en busca de las pocas tarifas que existían.

-Empecé el libro Catch 22 que solo terminé 40 años más tarde.

-Y, me acuerdo de pensar como el agua del mar era como un baño tibio.

Islas de Hawaii 

Entonces, después de un verano lleno, exhausto, con un boleto de avión para el regreso, con $15 en mi bolsillo y con todas mis deudas pagadas (con la excepción de una multa de tráfico por manejar por Waikiki Beach en el atardecer sin los faros del automóvil prendidos, que yo no creía que mereciera) regresé a casa.

Fue una aventura excelente.

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