Mis Experiencias en el Cuerpo de Paz
Foto de mi pasaporte 1966
A principios de 1966 tuve que tomar una decisión; consentir de ser
reclutado en el ejército o aceptar una invitación del último momento para
entrenar para una misión de dos años con el Cuerpo de
Paz en Venezuela. Yo acababa de recibir mi diploma de Associate of Arts
después de dos años en junior college y no tenía ningún plan inmediato de
seguir con mi educación. Alrededor de un año anteriormente yo había llenado una
aplicación de 16 páginas para el Cuerpo de Paz porque el romance y la aventura
de tal cosa me atraía, pero no había oído nada de ellos desde entonces y en ese
momento casi lo había olvidado.
Aunque la guerra en Vietnam se estaba calentando, y entrar en el ejecito
significaba muy probablemente ir allí, no fue una decisión tan fácil de tomar
como Ud. pensaría. El Cuerpo de Paz fue
solo un aplazamiento de mi obligación de servicio y yo sabía que al regreso
estaría nuevamente obligado a entrar. También yo ya me estaba acostumbrado a la
idea de entrar en el ejército. Además, algunos examines que yo había tomado
indicaban que quizás yo hubiera podido entra en la escuela militar para el
entrenamiento de oficiales.
Finalmente, decidí ir al Cuerpo de Paz porque era diferente de lo que
mis compañeros iban a hacer y pensaba que eso parecería más interesante en mi currículo
un día. Entonces, en marzo de 1966, a los 20 años, llegué a la Universidad de
Arizona con otros 60 voluntarios de todo el país, listo para empezar un curso
de entrenamiento de tres meses.
Muy rápido nos dividimos en nuestros grupos naturales; los que bebían y
los que no bebían, los idealistas y los buscadores de aventuras, casados y
solteros, hombres y mujeres, deportistas y no deportistas. Al final me parece
que los que buscaban aventura y bebedores tenían mejores carreras en total y la
experiencia era más difícil para los idealistas y no bebedores.
Algunos de nosotros en el campo deportivo
Nuestro entrenamiento consistió en cursos intensivos de español y, como
nuestro grupo estaba enfocado en “Recreación Dirigida”, cursos de enseñar
deportes. Al principio nos hicieron pruebas de habilidades lingüísticas y,
basado en los resultados, nos asignaron a grupos de estudio. La mayoría de los
días empezaron con dos horas de estudio del español, una hora de recreación física
y a volver a otras dos horas más dedicadas al castellano. Muchos de nosotros
empezamos a hablar el español en nuestros sueños mientras dormíamos. Aunque
trabajé duro para aprender, mi habilidad de poder hablar esta lengua nueva logró
junto con el promedio del grupo. En las tardes aprendimos a como enseñar
deportes, a menudo liderado por miembros de la facultad de deportes de la
Universidad de Arizona.
Después de un par de meses de esto nos mandaron a los estados de
Michoacán y Jalisco en México para pasar unas semanas en pueblos donde nosotros
habríamos de practicar nuestras habilidades nuevas en el leguaje y experimentar
vivir en el Tercer Mundo.
Pichátaro, Michoacán, México 1966
Fuera de esperar que nuestro viaje replicara lo que nos esperaba en Venezuela y que nosotros, y los gerentes del Cuerpo de Paz, podríamos determinar si sería apropiado para algunos individuos seguir adelante.
Yo fui asignado a Pichátaro, un pueblo remoto en las montañas de
Michoacán. Para llegar allí, tomé un tren, un autobús y finalmente tuve que
alquilar un caballo y un guía joven para pasar el ultimo segmento nocturno de
mi viaje. Sin embargo, siempre he pensado que, si yo hubiera hablado mejor el
idioma, habría obtenido un modo más fácil de llegar. La gente era muy amable y
trabajaba duro. Yo luché con la comunicación y el aislamiento,
pero lo recuerdo con cariño. Interesantemente, para mucha de la gente allá,
Tarascan era su lengua materna, o así yo lo tenía entendido.
Entonces, ahora había 40 de nosotros para empezar la gran aventura.
Nos agrupamos en Miami con otro grupo de voluntarios para un vuelo nocturno
al sur, a la capital de Venezuela, Caracas. El piloto, al inicio, nos dio la bienvenida y nos deseó buena suerte en nuestra
aventura nueva. Mas tarde por el altavoz del avión él nos amenazó con
consecuencias nefastas si no lo dejábamos beber de las botellas de alcohol que
habíamos contrabandeado en el avión.
Una vez en Caracas, pasamos unos días haciendo turismo mientras la
administración pretendía organizarnos y avisarnos de nuestros sitios asignados.
Me pidieron que yo fuera a trabajar en una escuela primaria católica de nombre
Fe y Alegría ubicado en Puerto Ordaz, Estado de Bolívar.
Algunos regulares en los campos de Fe y Alegría.
La escuela tenía un área encerrada grande de recreación que incluía un par de canchas de baloncesto y un campo de fútbol, ideal para enseñar educación física, conducir programas después de clases y organizar competencias de deportes. Había dos voluntarios allí antes que mí que eran bien recorados.
Equipo de volibol femenina 1968
En aquel tiempo Puerto Ordaz tenía una población alrededor de 100,000
habitantes, pero estaba creciendo rápido debido de los muchos empleos que ofrecían.
El gobierno de Venezuela estaba invirtiendo mucho de sus ganancias de la venta
de petróleo para desarrollar la infraestructura del área, incluyendo la
construcción de la presa masiva, Guri. Ellos también
querían explotar los depósitos grandes de minerales en el área, así como apoyar
el desarrollo de la industria pesada. Orinoco Mining Company, una subsidiaria
de U.S. Steel, ya estaba allí junto con algunos técnicos norte americanos y un
club de campo para empleados del nivel de gerencial.
Los Bloques- Puerto Ordaz 1966 donde yo viví el primer año.
Puerto Ordaz está ubicado alrededor de 600 kilómetros al suroeste de
Caracas en la mitad de las grandes llanuras de
Venezuela, Los Llanos. La ciudad está situada en la confluencia de los ríos
Orinoco y Caroní. Como queda solo a 7 grados al norte del ecuador, el clima es
muy a menudo cálido y húmedo, sobre todo en la época de lluvia. La metrópolis
nueva de Ciudad Guyana finalmente se formó uniéndose Puerto Ordaz y la ciudad
al otro lado del rio, San Felix. Combinado tenían una población de 840,000 en
2020.
Entonces por dos años yo abría los campos de Fe y Alergia después de las clases del día al fin de que los niños y adolescentes del barrio cercano podían jugar juegos de pelota o simplemente pasar un rato.
Mi choza en Puerto Ordaz para el segundo año 1967-68.
Ocasionalmente teníamos torneos de baloncesto, vólibol y fútbol y una
vez, una competencia de atletismo. Durante el día enseñaba clases de educación
física en la escuela primaria y/o caminaba una milla a la escuela católica
secundaria para enseñar un periodo del tercer año del inglés. Me acuerdo de que
muy a menudo llegaba sudado a esta clase a las 8:00 de la mañana debido al clima tórrido.
En las tardes me encontraba subido al cerro hacia el centro de la ciudad
donde había canchas de baloncesto con luces y juegos generalmente en progreso.
Regresando de noche, yo me maravillaba de las estrellas. Sin poca competencia
de luz ambiental, fueron las más brillantes y numerosas que había visto en mi
vida comparado con las ciudades donde vivía anteriormente. A esta latitud baja,
Escorpio y La Cruz del Sur dominaban las constelaciones del cielo.
Un año terminé a cargo del equipo de baloncesto del Estado de Bolívar para
los campeonatos nacionales en Caracas. Nosotros fuimos desesperadamente
superados y perdimos todos los juegos. No nos ayudaba que yo sabía poco de
como entrenar un verdadero equipo.
El Barrio-Puerto Ordaz 1967
Después de que yo estuve en Puerto Ordaz por alrededor de seis meses,
otro voluntario fue mandado a estar allí conmigo. Aunque esperaba con ansias la
compañía, él y yo nunca nos unimos. Él estaba entusiasmado y comprometido con
entregarse a la comunidad. También era muy católico y gran parte de su trabajo giraba en torno a la iglesia y a través de ella. Claro
que yo respetaba la dedicación con la que él se esforzó en ser voluntario, pero
nosotros solo coexistamos con poca relación personal. Después del Cuerpo de Paz
oí que él decidió quedarse en Venezuela y, según una fuente de información,
renunció a su ciudadanía de Los Estados Unidos.
Supongo que el plato típico allí era carajotas negras, arroz con pollo y
plátanos. Comí esta comida veces innumerables y siempre me gustaba. La marca de
cerveza que tomaba era Polar. Una costumbre que siempre encontré curiosa era
que cuando los hombres de clase obrera tomaban cerveza, ellos dejaban de
beberla cuando la cerveza perdía algo de su frio. Entonces, en un bar se veía
un grupo de esos hombres sentados alrededor de una mesa llena de botellas media
bebidas, eso en un país donde no se ganaba fácilmente el Bolívar.
Cuando me uní al Cuerpo de Paz pesaba 180 libras. Cuando regresé pesaba
158. Y, yo no era el único, como todos los demás hombres tuvieron una
experiencia similar. Supongo que era una combinación de trabajo, comida simple
y, en mi caso, pérdida de apetito debido al clima. En cambio, muchas de las
mujeres de nuestro grupo aumentaron peso. Interesante, mi hijo Timothy, quien
paso dos años en Bolivia como voluntario, tuvo la misma experiencia.
Durante mi tiempo en Venezuela yo pude viajar bastante. Mi compañero voluntario Bob Buffin y yo hicimos autostop por el rincón noroeste del país que incluía la parte más al norte de los Andes.
Bob Buffin y yo en Barquisimeto, Venezuela
Doug Stufflebeam, Delta Amacuro, Venezuela 1968 Él salvaba vidas.
Yo siempre estaba poco envidioso de los voluntarios en estas ciudades de
más altura con clima fresco como Caracas, Maracay, Valencia y Mérida. También tuve
la oportunidad de viajar en lancha motorizada al delta del Orinoco para visitar
a otro amigo, Doug Stufflebean, quien vivía con la gente indígena allí, los
Waraos. Con su experiencia como médico en las fuerzas navales, él estaba
salvando vidas, como niños con diarrea u hombres heridos
de machetazos.
Gocé de un par de visitas al norte a Playa Colorada en la costa del
Caribe donde cuerpo surfeé y comí ostiones por primera vez.
Joe Bette era un norteamericano trabajando para la Orinoco Mining
Company en Puerto Ordaz en esa temporada. Él había sido voluntario en el Cuerpo
de Paz en la India algunos años antes. Un año él y
yo volamos a Trinidad para Carnaval. Fue una de las más grandes aventuras de mi
vida. 50+ años más tarde y todavía puedo oír la música del tambor de acero y saborear el ron oscuro.
Sali de Venezuela algo decepcionado conmigo mismo porque yo no había
hecho más esfuerzo en creer más actividades, programas y eventos con Fe y
Alegría. No pongo excusas, pero con el tiempo, después de mi estallido de entusiasmo inicial, perdí motivación e
interés. Después del primer año, con la excepción
de cuando tuve un aumento de actividad, me fui con la corriente y sólo
hice lo que se me pedía. Hacia el final yo estaba contando los días hasta la
terminación de mi asignación porque me importaba cumplir los dos años de mi
compromiso. Como era, creo que yo conseguí más de mi experiencia de lo que
recibieron los venezolanos. De nuestro grupo de 40 que llego al país después de
24 meses, solo quedaron 20 al final. Estoy orgulloso de ser uno de ellos.
Adicionalmente, sentía que hubiera podido hacer más esfuerzo para
aprender el español. Estaba “OK” después de dos años, pero fue hasta mucho más
tiempo después de regresar, con estudio serio en casa, que llegué a un nivel con lo cual estoy semi contento. Quizás es por
eso por lo que hoy día asisto a las clases de “Casa de Estudiantes”.
En junio de 1968 cumplí mi servicio y regresé a EE. UU. por Bogotá,
Colombia. Mi primera parada fue la ciudad de Nueva York donde visité a otro
voluntario de nuestro grupo que había vuelto, Bart Briefstein, quien vivía
allí. Nosotros fuimos a una obra nueva de “off-Broadway”, “Hair”. Esto fue los 60, y por los últimos dos años
nosotros en Venezuela habíamos oído reportes de manifestantes conta la guerra
en Vietnam amotinándose en las calles, junto con
los asesinatos de Robert Kennedy y Martin Luther King. Yo no estaba seguro de
que me esperaba en casa. Esa noche en el teatro yo experimenté una forma de
choque contra cultural, mirado a los actores irreverentes y desnudos en el
escenario.
¿Quizás en mi ausencia mi país había cambiado?
Así fue, y yo también.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario